MegaUpload, SOPA, Sección Segunda… o el año del cambio (I)

Casi tres meses sin publicar en el blog por culpa de los cada vez más compromisos profesionales, pero no podí­a pasar ni un dí­a más sin escribir aquí­ porque éste está siendo el comienzo de año más trepidante de los últimos años en lo que respecta a los Derechos de Propiedad Intelectual.

Terminamos 2011 con la aprobación del Reglamento de funcionamiento de la Comisión de Propiedad Intelectual del Ministerio de Cultura, aquella cuya Sección Segunda se encargará de poner en marcha la conocida «Ley Sinde» y empezamos con la oposición de los principales sitios de Internet (Wikipedia, Google, WordPress…) a las iniciativas legislativas americanas «Stop Online Piracy Act« (más conocida como SOPA, por sus siglas en inglés) y «Preventing Real Online Threats to Economic Creativity and Theft of Intellectual Property Act» (más conocidas como Protect IP Act o PIPA -me encanta cómo los americanos sacan acrónimos de la nada-). A ambas me referiré más adelante.

Porque la noticia del dí­a de hoy es el cierre del megasitio de megadescargas, MegaUpload (y todas sus webs hermanas), así­ como la detención de varios de sus administradores, incluyendo a su excéntrico dueño, Kim «Dotcom». El tema no puede ser más apasionante: años de investigación del FBI; 20 órdenes de registro en 9 paí­ses diferentes; bienes incautados por valor de 50 millones de dólares y el cierre de 18 páginas webs. Los cargos son también de envergadura: conspiración mafiosa, conspiración para infringir derechos de propiedad intelectual, conspiración para realizar lavado de dinero, y cargos por ofensas criminales por infringir derechos de propiedad intelectual. En total, podrí­an sumar cada uno hasta 50 años en prisión.

Durante cinco años hemos visto cómo sitios como MegaUpload, Rapidshare y similares almacenaban grandes cantidades de archivos, especialmente con contenido audiovisual y musical. Y lo hací­an actuando con un doble rasero: por un lado decí­an que respetaban los derechos de propiedad intelectual (con ví­deos como éste, que tanta polémica generó en Navidades, o facilitando una herramienta a los titulares de derechos para retirar archivos de forma inmediata), mientras que por otro realizaban actos que dejaban los anteriores en agua de borrajas: cuando un usuario subí­a un archivo, realizaban reproducciones del mismo para que, cuando un titular de derechos exigí­a su retirada, pudiesen facilitar otras copias a sus usuarios. Así­, no sólo no impedí­an la piraterí­a, sino que fomentaban a su propagación, al hacer ellos mismos las copias.

Mi experiencia profesional con MegaUpload era desesperante; aunque es cierto que, de las principales páginas de almacenamiento, era la única que ofrecí­a una herramienta para la retirada de archivos (lo cual se producí­a de forma inmediata), la realidad es que en menos de 24 horas, y por mor de la propia web, estaba de nuevo disponible el archivo.

Me ha llamado la atención el generalizado apoyo popular que ha recibido esta organización mafiosa y su página de referencia, MegaUpload (no hay más que ver los comentarios de las noticias), con especial asombro por algunos medios, que esta mañana publicaban artí­culos en los que parecí­an defender al popular sitio, argumentando su neutralidad y ese manido discurso de que la tecnologí­a no es ni buena ni mala, sino el uso que el destinatario hace de ella. Efectivamente, nadie lo duda, la cuestión es que aquí­, los administradores del site no se limitaban a poner un sitio donde almacenar archivos, sino que fomentaban (activa y pasivamente) la infracción de derechos (incurriendo en infracciones directas, cuando realizaban dichas copias por sí­ mismos). No hay más que ver los testimonios de los propios imputados para comprobar que eran perfectos conocedores de las infracciones que cometí­an, y que de neutrales tení­an poco.

Me sigue sorprendiendo que algunos sigan acudiendo a los términos maximalistas de «libertad de expresión», «privacidad» o «secreto de las comunicaciones» para tratar de defender a una organización que realizaba actos ilí­citos, y a un servicio que se utilizaba de forma muy marginal para fines diferentes a la mera infracción. Porque Internet no está en peligro, justo lo contrario, gracias a acciones como éstas, iniciativas legí­timas, creativas, innovadoras y garantistas como Youzee y Filmin tienen más posibilidades de salir adelante. Estoy de acuerdo que una buena experiencia de usuario y un buen catálogo son básicos para que un servicio pueda enganchar al usuario, pero es evidente que Internet, con sitios como Cinetube, Rapidshare o Fileserve, no genera actividad empresarial, sino que más bien la destruye.

Creo que hoy es un dí­a importante para las alternativas legales a MegaUpload y que puede marcar un punto de inflexión para esta situación insostenible en la que un inmenso número de contenidos audiovisuales eran disfrutados en Internet sin remunerar a sus autores y productores (MegaUpload concentraba el 4% del tráfico mundial en la Red). Probablemente se vuelva al P2P y a otros sistemas descentralizados; nunca se va a poder paralizar por completo este tipo de actividades, pero sí­ es indudable que ahora ha llegado el momento de que proyectos como Filmin o Wuaki demuestren que pueden ofrecer contenido interesante y de calidad a todos aquellos que se han quedado huérfanos y desamparados por el cierre de MegaUpload.

Dejo mi reflexión sobre la SOPA y la PIPA para otro dí­a.

7 Comments

  1. Pingback:Otra mirada sobre Megaupload

  2. Hola Andy,

    A mi lo que verdaderamente me ha sorprendido es la reacción social de la mayoría ante tal noticia, la gente esta indignada……Pues no salgo de mi asombro.
    Con esto no quiero decir que jamás haya descargado nada porque sería mentira, pero lo que no podemos hacer es poner el grito en el cielo por algo que es totalmente lógico, aunque algunos piensen que por pagar su tarifa plana de internet lo lógico sea tener derecho a todo y mas.

    Yo no se casi nada por no decir nada de Propiedad Intelectual, pero el sentido común me dice que descargar discos, películas, videojuegos, etc.. gratis (Bueno, pagando tu tarifa plana de ADSL) cuando por otro lado se están vendiendo no es lícito.

    Saludos

  3. Andy,

    Sin duda, asistimos a un punto de inflexión en lo que se refiere al desenmascaramiento de los ‘piratas’ que siguiendo las prácticas de los que surcaban los mares ondeaban ‘bandera legítimas’ para cometer sus tropelías.

    Es importante, ahora que Kim Dotcom y sus compinches tendrán que dedicar su esfuerzos a defenderse del ‘indictment’, evitar caer el debate recurrente de «tecnología versus propiedad intelectual».

    El ‘indictment’ es un joya jurídica y «tecnológica», que deja claro el verdadero enemigo de legítimos derechos de los titulares de los derechos de autor no es la tecnología sino los criminales.

    Operativa delictiva

    La descripción de la operativa desde el punto de vista tecnológico es perfecta.

    Deja bien claro que no había copias redundantes (source file) por usuario (uploader) de cada contenido (obra protegida) sino que cuando un usuario intentaba ‘subir’ un contenido que ya existía en sus servidores, ‘suspendían’ la subida enviando un mensaje al usuario indicándole que la misma se había completado éxito, asignando a ese usuario/archivo un código ‘personalizado’ MD5 (hash). En realidad, una URL enmascarada (similar a los acortadores de URLs).

    Esto es una prueba evidente que NO se dedicaban a dar servicios de alojamiento de archivos (file hosting) para fines privados sino a generar un CATÁLOGO DE CONTENIDOS PROTEGIDOS para distribuirlos aprovechando la ‘encontrabilidad’ de los mismos a través de las páginas de enlaces o de buscadores generalistas – que realizaban la labor de indexación de esos contenidos a través de robots porque aunque MegaUpload no disponía de buscador interno (para no delatarase), el catálogo si era accesible por los robots. Es decir, utilizaban la propia naturaleza de la Red, que por definición es distribuida.

    De haber existido diferentes copias las necesidades de alojamiento y de ancho de banda hubiesen sido imposibles de sostener y deberían haber creado sendas URLs – una por cada usuario.

    Cuando se utilizaba la herramienta de abuso para borrado de ‘links’ se borraba el código (hash) MD5 pero nunca el archivo fuente (source file) ni la URL asociada al mismo que permanencia siempre oculta – una auténtica pantomima, vamos.

    Podría decirse aquello de que no es una ‘URL’ (enlace, link) todo lo que reluce porque enmascararlas es posible a través de tablas hash que crean enlaces hijos asociados a un enlace padre.

    Megaupload

    Uploading: Server —> Source file —> URL única —> MD5 (enlaces hash) —> usuario autor de la copia de la obra protegida

    Downloading: usuario en busca de contenidos protegidos —> página enlaces/buscador generalista —> localuzación de MD5 hijos —> descarga copia Source file

    Abuse Tool: titular de derechos —> borrado MD5 (enlace hijo) —> permanece Source file/URL padres —-> accesible a través de resto de MD5 hijos

  4. Muy interesante tu punto de vista, más bien el blog en general, tratando temas tan interesantes. Para mi es nuevo esto de ver a Megaupload como organización mafiosa, de hecho me serví mucho de sus beneficios accediendo a muchísimo cine que de otra forma no hubiese podido ver. El sitio Cinetube, que se sirve de Megaupload para ofrecer la mayoría de sus películas, es uno de los mayores y más interesantes catálogos de cine en castellano que hay en la red. Soy testigo de que ya no permite ingresar a las películas por Megaupload.
    Reconozco que es algo que debe discutirse seriamente desde el punto de vista legal. Quedo a la espera de tus opiniones sobre leyes SOPA Y PIPA. Un saludo.
    PD: ahora sí pude publicar el comentario.

  5. NOTA DE PRENSA DEL DEPARTAMENTO DE JUSTICIA

    MODUS OPERANDI – ACTIVIDAD DELICTIVA

    According to the indictment, for more than five years the conspiracy has operated websites that unlawfully reproduce and distribute infringing copies of copyrighted works, including movies – often before their theatrical release – music, television programs, electronic books, and business and entertainment software on a massive scale. The conspirators’ content hosting site, Megaupload.com, is advertised as having more than one billion visits to the site, more than 150 million registered users, 50 million daily visitors and accounting for four percent of the total traffic on the Internet. The estimated harm caused by the conspiracy’s criminal conduct to copyright holders is well in excess of $500 million. The conspirators allegedly earned more than $175 million in illegal profits through advertising revenue and selling premium memberships.
     
    The indictment states that the conspirators conducted their illegal operation using a business model expressly designed to promote uploading of the most popular copyrighted works for many millions of users to download. The indictment alleges that the site was structured to discourage the vast majority of its users from using Megaupload for long-term or personal storage by automatically deleting content that was not regularly downloaded. The conspirators further allegedly offered a rewards program that would provide users with financial incentives to upload popular content and drive web traffic to the site, often through user-generated websites known as linking sites. The conspirators allegedly paid users whom they specifically knew uploaded infringing content and publicized their links to users throughout the world.  
     
    In addition, by actively supporting the use of third-party linking sites to publicize infringing content, the conspirators did not need to publicize such content on the Megaupload site. Instead, the indictment alleges that the conspirators manipulated the perception of content available on their servers by not providing a public search function on the Megaupload site and by not including popular infringing content on the publicly available lists of top content downloaded by its users.  
     
    As alleged in the indictment, the conspirators failed to terminate accounts of users with known copyright infringement, selectively complied with their obligations to remove copyrighted materials from their servers and deliberately misrepresented to copyright holders that they had removed infringing content. For example, when notified by a rights holder that a file contained infringing content, the indictment alleges that the conspirators would disable only a single link to the file, deliberately and deceptively leaving the infringing content in place to make it seamlessly available to millions of users to access through any one of the many duplicate links available for that file.

  6. Compañero: Menahem Beguin ganó el premio nobel de la paz en 1978 conjuntamente con Anwar el Sadat. No está mal, hicieron los acuerdos de Camp David. Pero Beguin empezó como un territorista que, por supuesto, se presentaba como un frente de liberación: el Irgun hizo la guerra a los británicos con técnicas de terror. Sadat, por su parte, fue un militar golpista y sucedió como Presidente de Egipto a Nasser sin elección popular ninguna. Sus gobiernos no fueron especialmente democráticos. Curiosamente, la prensa anglosajona se piensa mucho antes de llamar terrorista a cualquier movimiento político violento, porque puede que sea una guerra civil. En Cuba o en Turquía, a los grupos rebeldes armados se les llamaba bandidos. Todo esto para introducir lo relativo de algunos calificativos especialmente enfrentados a conflictos sociales.

    Por ejemplo, el de «propiedad» intelectual. Lo hemos comentado otras veces y ya sabes lo que pienso: que no merece tal nombre y debe dejar de existir o, simplemente, debe quedar reducida a mínimos muy mínimos. Lo que tenemos en este caso – el de Megaupload – es la existencia de un mercado negro. Y los mercados negros aparecen cuando las regulaciones gubernamentales introducen escasez artificial o regulaciones repletas de buenas intenciones para racionar o controlar los precios impidiendo el comercio normal. El agravante es que aquí estamos ante unos grupos de presión que secuestran a los estados y las leyes y se dedican a regular a su antojo. Sea cual sea la interpretación del problema de la propiedad intelectual, lo cierto es que existe un cuestionamiento intelectual, científico (por la economía) y diría que jurídico a la idoneidad de estas leyes para que alcancen sus fines. Que no son precisamente sostener modelos de negocio, sino estimular la innovación y la creación.

    Mientras se produce el cuestionamiento, que no es solo de geeks, freaks y ciberpunks, resulta que las propuestas de esa industria con tintes monopolísticos y un estudiado entramado internacional de tratados, leyes y presiones a gobiernos y parlamentos resultan únicamente en cerrar sitios, seguir ampliando plazos, entorpecer cualquier tipo de actividad de red que compita contra sus negocios y mandar a la gente a la cárcel o pedir multas inmensas a padres con bebés mientras acosamos con abogados a civiles que ven una película porno y los llenamos de papeles y amenazas de escarnio moral. Edificante. No sé quién es peor: si estos señores o Jack Valenti con pasaporte diplomático visitando gobiernos latinoamericanos y amenazando con el departamento de estado.

    El señor dueño de Megaupload es un delincuente o un campeón de las libertades según se mire. A mí me parece un listo que se aprovecha de la generación de un mercado negro por la existencia de una regulación injusta. Mucho más bonita, coherente y moral es la explicaciónde Pirate Bay: «La razón por la que siempre se están quejando sobre los «piratas» es simple. Hemos hecho lo que hicieron. Hemos eludido las normas que crearon y creamos las nuestras. Aplastamos su monopolio por darle a la gente algo más eficiente». Como todo el mundo sabe, Hollywood se inventó para no cumplir con las patentes de Edison: unos delincuentes.

    Un bello golpe de efecto que sabemos que no servirá para nada mientras no se consiga alterar la arquitectura de la red, que es en la que reside la razón tecnológica por la que no se puede impedir que el traspaso continúe. Llevamos treinta años de guerra contra el público y nunca acaba y la cultura no se muere. Es en la arquitectura de la red donde reside la garantía de libertad de expresión pues suprime las barreras entrada, facilita el empoderamiento de las personas y pone en condiciones de partida similares a todo el que quiere comunicar. Es tan poderoso y tan bueno, que tiende a suprimir las rentas extraordinarias de los monopolios. Todo esto solo es un beneficio para la humanidad. Tras cada cierre, cada asalto, cada regulación nueva, lo que se persigue es control social, ruptura de la arquitectura específica de la red e intromisión en la vida privada además de la censura: ya existe, se llama China, sin ir más lejos.

    Este conflicto social es político y es trascendental: tiene que ver en cómo organizamos el uso del conocimiento para crear prosperidad. La falsedad de las patentes como estímulo a la innovación es de una obviedad palmaria. El derecho de autor como mecanismo retributivo de los creadores, resulta una broma si se mira en serio. Resulta desternillante que gobiernos serios como el suizo o el holandés concluyan que desargar no hace pupa y que esto no lleve a ninguna reflexión real de establishment político. Sólo hay una explicación: tienen que compensar al gobierno de estados unidos que protege e impulsa la acción de sus industrias. Es así desde los años veinte.

    Es un conflicto interminable: seguirá ampliándose el tamaño de la memoria y reduciéndose su tamaño y cabrá en un espacio mínimo toda la producción de películas de cien años. Y puede que pase de mano en mano con policías persiguiendo a «los infractores» con controles en los aeropuertos que obliguen a abrir los ordenadores para comprobar si llevas un archivo «legal». Los costes de mantener el tinglado se están volviendo un tanto insoportables. Yo, querido amigo, ya he entrado en el estado de objeción de conciencia. No puedo ver delito – diga lo que diga la ley – en este entorno por muy delincuentes que sean los que lo ejecutan. En los años de la ley seca yo también hubiera comprado güisqui. De hecho, he comprado cerveza clandestina en Irán: me considerarían delincuente, pero tengo la certeza moral de que no lo soy.

  7. Más que defender a Kim Dotcom, mucha gente se ha quejado de las consecuencias que se han producido por las formas en su detención; cerrado el servicio unilateralmente dejando en el limbo a la gente que lo usaba de manera legal y legítima o había pagado dinero por el servicio.

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