…la gente no respeta ni que estamos en carnaval.

No sé si lo he dicho por aquí­ alguna que otra vez (creo que sí­), que aunque vivo en Madrid, soy gaditano («de Cádi, Cádi», como dirí­amos allí­). Si hace un par de años ya comenté «la que se lió» a costa del pregón de Pasión Vega, este año el guirigay viene de diferentes frentes, y de nuevo por los conflictivos derechos de propiedad intelectual.

Para los que no estéis familiarizados con los Carnavales de Cádiz, comentaros brevemente que existe un concurso de agrupaciones que se celebra en el Gran Teatro Falla, con cuatro categorí­as: cuartetos, chirigotas, comparsas y coros; en Cádiz no hay murgas, sino cuplés, pasodobles, popurrí­ y coplas. Tanto la introducción como los popurrí­ suelen estar compuestos por letras creadas por autores del carnaval, con base de canciones famosas, mientras que el resto de canciones (según el tipo de agrupación) suelen tener letra y música original (aunque no estarí­a de más que un musicólogo estudiase la originalidad de estas composiciones, puesto que todas están basadas en ritmos recurrentes, como el famoso 3×4).

Los autores de carnaval, como cualquier otro, generan unos derechos que son gestionados por la Sociedad General de Autores y Editores, que tiene la difí­cil tarea de administrar unos derechos que, como profundizaré después, no son del todo pací­ficos.

La primera polémica la leí­ en ABC, que afirmaban que «Autores del Carnaval acusan a la SGAE de no pagarles», conflicto que se resolví­a fácilmente cuando en el texto de la noticia leí­as que la SGAE «no les pagaba» simplemente porque quien debí­a pagar a esta entidad de gestión para que luego liquidase a sus socios, no lo habí­a hecho todaví­a (la SGAE no paga a nadie, sino liquida lo recaudado a quien corresponda). Desde mi punto de vista, la verdadera noticia estaba, sin embargo, en que numerosas personas habí­an estado cobrando los derechos generados por canciones de terceros. En Cádiz la picaresca está a la orden del dí­a (bueno, no sólo en Cádiz…), y varias personas, al ver que los letristas del carnaval no registraban sus obras en SGAE, procedieron a hacerlo ellos, recibiendo lo que en realidad correspondí­a a los legí­timos autores (produciéndose un cobro de lo indebido).

Canciones tan famosas como «Qué bonito está mi Cai» («qué bonita es mi ciudad…») fueron registradas en la SGAE por terceros, que durante años cobraron lo que no debí­an, produciéndose finalmente arreglos extrajudiciales que permitieron a Pepe Requeté (verdadero autor de la obra) recibir lo que le era debido. Critican en varias webs que la SGAE habí­a cobrado derechos de estos autores falsos, algo desde mi punto de vista completamente inevitable; cuando alguien inscribe su obra en SGAE o en cualquier otra entidad de gestión, debe declarar fielmente que él es el autor de tal obra (en ocasiones, incluso, ante notario), así­ como el porcentaje de autorí­a que le corresponde, teniendo estas entidades que fiarse de lo que le dice la persona ya que es materialmente imposible constatar que quien dice ser el autor, lo es realmente (a no ser que pongas a un notario al lado de cada autor, justo en el momento de la creación…). De ahí­ la naturaleza declarativa («iuris tantum«) del Registro de la Propiedad Intelectual.

Por otro lado, el conflicto de derechos en una agrupación de carnaval llama la atención a cualquiera que esté especializado en la materia. Como dije antes, en una misma canción se mezclan letras originales con melodí­as famosas creadas por otros, algunas de las cuales incluso llevan arreglos para ajustarlas a la representación. Son, por tanto, obras que integran la aportación (deseada o no) de multitud de autores, debiendo precisar cuando se registran en SGAE, qué porcentaje del total le corresponde a cada autor (¿desglosarán correctamente esta proporción, dando a Alejandro Sanz su parte de autorí­a si se utiliza parte de su «Corazón Partí­o»…?).

Quien quiera ver un ejemplo de esta complejidad y su intrí­ngulis, le invito ver el popurrí­ de los mí­ticos «Bordes del írea» (de 1996):

En esta canción del Yuyu se mezclan letras propias con melodí­as famosas de multitud de autores («Los del Rí­o», Joaquí­n Sabina,…); ¿deben pedir autorización a todos estos autores para poder utilizar un fragmento de su obra en este popurrí­?. La teorí­a nos dice que sí­, a no ser que exista alguna excepción a los derechos de los autores que se pudiera utilizar. El artí­culo 39 de la Ley de Propiedad Intelectual regula la parodia, estableciendo lo siguiente:

No será considerada transformación que exija consentimiento del autor la parodia de la obra divulgada, mientras no implique riesgo de confusión con la misma ni se infiera un daño a la obra original o a su autor.

Por ello, la parodia de la obra divulgada no requerirá consentimiento del autor, pero hay que diferenciar entonces entre utilizar total o parcialmente una obra para parodiarla (lo que se denomina «target parody») de utilizarla para reirte de algo ajeno a la propia obra (para burlarte de un polí­tico, famoso o de un hecho, como en el caso del ví­deo, denominado «weapon parody«). Sólo la target parody es parodia en sentido estricto, porque es la que realmente se burla de la obra divulgada, aunque algunos tribunales españoles han considerado válida la weapon parody (como en el caso de «La Parodia Nacional», que consideró que las parodias que aparecí­an en este programa de televisión no vulneraban los derechos morales de las obras utilizadas, algo con lo que no estoy de acuerdo).

En definitiva, y volviendo al hilo, gestionar los derechos que generan estas canciones no es misión sencilla por la cantidad de obras utilizadas en una misma canción, por la poca información facilitada y por la posible aplicación de algún lí­mite a los derechos de autor. Al final, la opción más sencilla es preguntar quién es el autor de la letra y música de estas canciones y gestionar únicamente sus derechos, olvidando los fragmentos de obras de terceros.

Además, el amigo David Maeztu me hizo llegar la otra polémica surgida este año, que ha sido el requerimiento de Onda Cádiz (emisora de televisión del Ayuntamiento de Cádiz y licenciataria exclusiva de la explotación de la primera fase del concurso) a diversas páginas web (incluida la propia YouTube) de retirar todos los ví­deos del concurso de este año, al ser ella la única autorizada para explotarlos (con o sin ánimo de lucro). Onda Cádiz dice que ha invertido más de 160.000 € para poder emitir el concurso en exclusiva y que exploten paralelamente su emisión en Internet perjudica sus legí­timos derechos como entidad de radiodifusión. Legalmente, razón no les falta, aunque la terminologí­a utilizada en su nota de prensa deja mucho que desear.

Por todos es sabido que en Cádiz hay mucho «artista» (aunque termina siendo un «guachisnai«) y otros que buscan el «pelotazo», olvidando que con el parné no se juega. En Cádiz nada es lo que parece, los «ilegales» no son los que incumplen la Ley, el «tipo» no es una conducta penal, y un «romancero» no habla de enamorados; de todo esto saco que hasta en Carnavales hay que estar al liquindoi, porque parece que la gente se olvida de la única norma que impera en mi terra: «Esto es Cádiz, y aquí­ hay que mamá».

4 Comments

  1. A mi todo esto me confirma que la propiedad intelectual es un galimatías cuya gestión se complica día a día y que exige una reforma bastante profunda y restrictiva, en el sentido de que el monopolio de los autores sobre su obra tiene que tener otras bases. Fíjate que estás poniendo encima de la mesa una de las cosas que la digitalización, desde el sampling, ha provocado y se ha convertido en reclamación: la remezcla y la reutilización de otras como elemento creativo de primer orden. Si hasta identificar el autor es complejo…

  2. Muy interesante lo que expones sobre los derechos de autor que hay en los Carnavales de Cadiz o mejor dicho en el Concurso de Agrupaciones Carnavalescas.

    Aunque no entiendo lo que dices de estudiar el 3×4, ¿ está registrado? Si fuera así sería una sorpresa ya que sabes todo se hace con ese ritmo.

    Si que hay picaresca al registrar obras de terceros y cobrar por ellos, supongo que a muchos solo les interesa cobrar por las actuaciones una vez finalizado el concurso.

    Onda Cadiz, ha realizado una apuesta muy fuerte en 2009, veremos como actua Youtube con los contenidos que se suban de este año aunque tal vez esto pueda perjudicar a lo que ya existan de años anteriores.

    Que disfrutes del Carnaval de Cadiz, pishita!

  3. Los romanceros tampoco hablan de enamorados fuera del carnaval de Cádiz

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