Cuando una película se convierte en éxito inesperado es mejor preparase para las demandas.
Al afrontar la producción de un largometraje, los abogados tenemos que tratar de evitar cualquier conflicto que pudiera surgir en el futuro, pero claro, cuando se produce una película de alto presupuesto no se deja al arbitrio ni el más mínimo de los detalles, algo que no suele ocurrir en pequeñas producciones o en filmaciones que espera atraer a poco público, ya sea por la falta de medios o porque su poca repercusión no anime a nadie a reclamar algo (dinero, generalmente) que no podrá conseguir.
Borat es la película revelación de esta temporada y con apenas 800 copias en su estreno (una cifra casi anecdótica), consiguió posicionarse en el número uno del box office americano. Borat es un personaje del show de Ali G (Da Ali G Show) interpretado por el propio Sasha Baron Cohen que da vida a un reportero de Kazakstán que recorre todo EE.UU. para cumplir su sueño, conocer a Pamela Anderson, de la que está locamente enamorado. En este largo camino se encuentra a defensores acérrimos de Bush, a tejanos anclados en pensamientos conservadores y a borrachos universitarios.
Y es que las denuncias se anticipan por dos frentes. Por un lado, un grupo de universitarios de la Universidad de South Carolina que aparecen en la película ebrios y en situación humillante, ha decidido demandar a la productora de la película (20th Century Fox y otras tres pequeñas productoras) por la forma en la que son denigrados en la película, principalmente por varios comentarios suyos contra las mujeres y las minorías de dicho país.
Según los demandantes, cuyos nombres no han sido revelados para no someterlos a mayor humillación, varios miembros del equipo de producción de la película les metieron en un coche, les emborracharon en un bar y les hicieron firmar (una vez ebrios) un documento de cesión de derechos de imagen y de descargo de responsabilidad. La película, según la demanda, «hizo que los demandantes fueran objeto del ridículo, humillación, angustia mental y emocional así como física, pérdida de reputación, buen nombre y respeto dentro de la comunidad».
Este caso me recuerda a la famosa serie de vídeos universitarios «Girls Gone Wild«, en la que decenas de estudiantes universitarias borrachas enseñan sus «encantos» a cambio de una vulgar camiseta (cuando no se besan entre ellas). La productora ha sido denunciada en numerosísimas ocasiones, ganando la mayoría de ellas en base a que, según el tribunal, las chicas al enseñar sus cuerpos a la cámara a cambio de la camiseta, sabían perfectamente lo que estaban haciendo, lo que reforzaban las autorizaciones que las mismas debían firmar para evitar demandas. Desde luego, algo impensable en nuestro país.
La segunda demanda a la vista es esta vez por temas, no de derechos de imagen, sino de propiedad intelectual, ¿o no? Mahir Cagri es un ciudadano turco que se hizo tremendamente famoso en Internet allá por 1999 (creo que fue de los primeros freakies que consiguieron la fama gracias a la Red), que a base de un inglés chapucero y sus encantos turcos, consiguió que miles de mujeres (sobretodo americanas) desearan un beso suyo (su website es http://www.ikissyou.org). Mahir ha declarado que «Cohen me ha copiado, y el me ha imitado de forma negativa» y que no descarta iniciar acciones legales contra el comediante, al mismo tiempo que ha dicho que estudia la posibilidad de hacer su propia película.
Mahir insinúa violación tanto de derechos de propiedad intelectual sobre su personaje (o sobre su persona, mejor dicho, algo que sinceramente no veo), como de derechos a la imagen y al honor (según él, la gente ahora puede pensar que él es antisemita o machista como Borat).
Tronchante pelÃcula!
Dziekuje!
http://lacinefilia.blogspot.com/2006/11/borat.html
🙂
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